lunes, 7 de octubre de 2013

Dos años de ausencia.

Dos años pasaron de aquella madrugada de tormenta, esa madrugada desgarradora, terrible, que odio recordar, odio su existencia. 
Dos años pasaron desde que tu alma voló, que vos no estás más entre nosotros. ¿Y qué hacemos en estos dos años? Recordarte, llorarte, reír por los recuerdos, y volver a llorar al saber que son lo único que nos queda. Llorar de desesperación al darnos cuenta que estamos olvidando tu voz, tu mirada, tus gestos, tu caminar. Llorar al no encontrarte sentado en la mesa, en el cumpleaños, en la esquina, en el club. Llorar por tu ausencia irreparable. 
¿Y cómo se hace para seguir más años? ¿Cómo? 
Dos años sin sentirte, y cada vez se hace un poco más difícil dejarte ir. Darnos cuenta que no estás, ni vas a estar... pero estuviste, y como estuviste... 
Te extraño tanto Imanol, tantísimo. Te quiero mucho, muchísimo. 

Gracias por haber estado y por haber existido, por ser mi primo y llamarme primita, por darme cariño. Gracias por hacerme sentir parte una familia hermosa, porque ustedes, son mi única familia, aquella que me lleno de risas y abrazos cuando más lo necesitaba. Y de eso no me olvido, como nunca me voy a olvidar de vos y de los 14 años que te disfrute.