martes, 19 de junio de 2012

#Cuento : Y aquí llegas tú, con tu inmensa luz.


Cualquier chica de dieciocho años estaría más que encantada de vivir sola, en un departamento con cocina, baño, living y una habitación. Pero yo, yo no soy cualquier chica, yo no soy de esas que siempre han querido separarse de sus padres; por el contrario yo siempre he querido pasar más tiempo con ellos y no tanto en fiestas y con amigos, de casa en casa, y rodeada de gente que al fin y al cabo no me conocía. Yo no he querido separarme de mis padres, ellos se separaron de mi, ellos no sufren del famoso síndrome del "nido vacío" ya que jamás lo tuvieron ocupado.
Carolina Re, así me llamo, ese fue el nombre que elegieron para mi, lo único bueno que hicieron, amo mi nombre. Mi madre se llama Silvina Wilhen de Re , una loca por las compras y los viajes; mi padre Roberto Re, un famoso empresario inmoviliario de Buenos Aires. ¿Dónde se encuentran ahora? Supongo que en un viaje de "negocios" por Europa, a mi nunca me llevaron, nunca pude disfrutar vacaciones en familia o viajes, a pesar de que ellos viajaban siempre.
Mi madre siempre me presionó para que sea como ella, una niña rubia ( vale aclarar que de pequeña ella me teñía, por suerte ahora tengo mi color chocolate natural ) con ropa de marca, amistades a corde a mi estatus social. Recuerdo perfectamente cuando tenía quince años y comencé a juntarme con unos chicos que conocí en esas salidas nocturnas con mis amigas, eran de uno de los barrios más humildes, pero eran todo lo contrario a lo que mi mamá me contaba sobre ellos; me enamoré de uno de los chicos, era tres años más grande que yo, pero me hacía tan bien estar con él. Pude conocer un estilo de vida diferente al que yo llevaba y su familia me adoraba y yo los adoraba a ellos, al contrario mis padres los odiaban. "Asco" es la palabra que pronunciaba mi madre, yo y en lo que me estaba convirtiendo le daba asco.
La relación con él duró unos hermosos dos años, hasta que nos dimos cuenta que lo nuestro ya no era igual, ahora somos grandes amigos y él se fue a vivir a algún lugar de latinoamérica, siempre soñabamos casarnos e ir a vivir allí, él por suerte si pudo cumplir eso.
Me levanté de mi cama mientras me refregaba los ojos, ayer había sido un día duro, pero que más da, yo estoy aquí tratando de cambiar un poco el mundo que nos rodea, no me puedo quejar.
Tomé una galletita de chocolate y me senté en la mesa redonda que tengo en mi cocina. Miré el reloj de pared, las 10.00 am, temprano para ser sábado, pero me acostumbre a levantarme temprano.
Abrí la heladera para cerciorarme de que había comida y me di cuenta que de una vez por todas debía ir al supermercado a hacer las compras, algo que realmente detesto. Me vestí con unas calzas negras y mi buzo negro de Mickey que me llegaba hasta más abajo de la cola, me puse un gorro de lana azul con "pompon" arriba y tomé mis llaves, la plata y mi celular para dirigirme al super. Era un día frío , estábamos en pleno invierno , por eso prefiero caminar antes que mi bicicleta con la cual me manejo a todos lados. Miré el cielo y una capa de nubes lo cubría, iba a llover, sentía ese olor tan particular.
Llegué y tomé un carrito echando en el las cosas más necesarias para la semana. Iba distraída cuando mi carro choca con el de alguien más, miro hacía al frente y veo un niño pequeño de unos cinco años, llevando el carro que era más alto que él, mientras buscaba chocolates en la estantería. Sonreí, era adorable.
-Lo siento señorita, no era mi intención -se disculpo, negué con la cabeza.
-No hay problema, yo también venía distraída -lo miré -¿Te gustan los chocolates? -le pregunté. El asintió sonríente -A mi también -le dije mientras miraba los chocolates de la estantería, eran mi adicción.
-Pero no sé cual elegir -lo miré y sonreí, comenzamos a hablar de los distintos tipos de chocolates que había y se decidió por uno con maní, mi favorito.
-Lucas, ¿dónde estás? -se escuchaba desde el fondo del corredor, y un apuesto muchacho alto, morocho y con el pelo algo alborotado se acercó hacía nosotros, me miró unos segundos y me sentí pérdida por unos momentos en esos ojos color... chocolate. -¿Qué hacías Lucas? -preguntó algo autoritario. El niño, lo miró algo obvio.
-Comprando chocolate -dijo algo cansado.
-Sabes que no podes darte esos gustos -quitó el chocolate del carro y lo dejó en la estantería. Tomó el carro y salió de allí , yo fruncí el seño y tomé el mismo chocolate que el niño había elegido.
Una vez pagado todo salí de allí con cuatro bolsas en una mano, y cuatro en otra, fui buscando con la mirada al hermoso niño que había conocido y ese muchacho tan guapo, sacudí la cabeza al pensar eso. Si era el padre, era muy malo por no dejarle comer chocolates a su hijo. Lo ví yendo a la puerta con una bolsita en su manita, y me acerqué hasta él.
-Lucas -lo llamé , se dio vuelta y me miró.
-¿Si señorita? -me dijo mientras me dedicaba una pequeña sonrisa, a la que yo respondí.
-Tengo algo para vos-busque en una bolsa el chocolate y se lo entregué. Lo tomó y sonrió.
-Muchas gracias señorita -reí
-No me digas así. Soy Carolina -le dije, sonrío y se acercó a mi, me pidió que me agachara y así lo hice. Depocitó un suave beso en mi mejilla. -Sos una ternura -le revolví el cabello y él río.
-Lucas -apareció por detrás mío con dos bolsas, me miró algo enojado y luego miró el chocolate. -¿Y eso? -preguntó enojado, me estaba cayendo mal.
-Me lo dio ella -dijo el pequeño, me miró como analizándome, y sentí el piso vibrar bajo mis pies.
-No necesitamos sus lismosnas -dijo enojado, me ofendió.
-No es ninguna limosna -aunque no entendí el porque de la palabra "limosna" -Ud no quiso comprarlo el chocolate, y yo si lo hice. -lo miré desafiandolo.
-No es que no quise, no puedo -miró al niño -Devuelvelo -Lucas resopló y estiró su mano hacía mi.
-No, tomalo como un regalo -miré al hombre frente a mi, habrá tenido unos 23 años. -Porque es un regalo -me di media vuelta y salí de allí algo enfurecida.
Llegué a mi departamento y guarde todas las cosas en sus lugares.
Me senté en el sofá del living y tomé mi cuadernillo de anotaciones, hoy vería a Ian, el niño a quien le doy clases de apoyo en su barrio. Suspiré.
La gente cree que los chicos de las villas , no pueden estudiar y no tienen un futuro, pero yo pude descubrir que solo no tienen las posibilidades porque capacidad les sobra.

Llegué al barrio donde paso todas mis tardes trabajando, los chicos que tienen una vida tan difícil, yo solo trato de poner mi granito de arena.
Deje mi morral en la mesa del pequeño centro cultural que logramos armar con mis compañeros, ya estaba empezando a hacer frío y no teníamos estufa, iba a ser un invierno duro, pero nada nos paraba con nuestra labor.
-Caro! -gritaba mi mejor amiga Lara mientras salía del baño. Somos amigas hace años, hermanas y somos las únicas que siguieron un camino distinto al que estaban acostumbrado las chicas de alta sociedad. -Mi niña -me abrazó fuertemente y pude sentir, cuando me beso la mejilla, su nariz fría.
-¿Cómo estás? -le pregunté cuando me solto, ella fue hacía la pequeña cocina y la seguí.
-Estuve desde temprano con Ian, dijo que no se va a poder quedar en la clase de hoy -encendió la cocina y puso agua a hervir , me miró -Hubo un problema con su hermano -suspiré. El hermano de Ian estaba metido en cosas jodidas y él y su familia siempre lo salvaban de las concecuencias.
-¿Y ahora que pasó? -pregunté mientras me sentaba en una de las dos sillas, ella se dio vuelta y me miro , apoyó su espalda en la mesada y cruzó sus brazos.
-Lo agarraron vendiendo droga, ahora esta jodida la mano -resoplé, pobre Ian tener que lidiar con estas situaciones de tan chico -Anda Caro, hoy no hay mucho movimiento -apagó el agua y la paso al termo, me levanté y mire la cocina con las paredes descascaradas, no le vendría mal una mano de pintura.
-No, yo me quedo -la abracé por los hombros y sonreí -¿Hoy hay clases de teatro? -pregunté mientras ella tomaba un mate, me miró de reojo y sonrió.
-Si vienen las chicas me ayudas, dale -sonreí y le robe el mate y lo tomé yo, comenzamos a hablar de nuestras vidas y las cosas que tendríamos que hacer en la semana. Amaba hacer esto con mi mejor amiga y el equipo que nos acompañaba, me hacía sentir parte de algo por primera vez en mi vida.
Nos vestimos de payasas y buscamos el grabador para poner música, me miré en el pequeño espejo y me reí, amaba hacer estas cosas. Lara me empujó para pintarse unas pecas frente al espejo, reí y volví a empujarla haciendo que el lapiz se corra y le haga una raya en la mejilla izquierda, reí a carcajadas y después ella comenzó a perseguirme por todos lados con el lapiz para pintarme. Comencé a correr de espaldas viendo como ella venía hacía a mi, y ríendo a carcajadas me choqué con un cuerpo grande que se encontraba detrás de mi y caímos al suelo yo encima de él. Me levanté de un salto con las mejillas rojas igual que la nariz que estaba usando y al darme vuelta y tenderle la mano lo miré a los ojos , y allí estaba él , el chico de ojos color chocolate , con el cual me enoje hoy en la mañana. Se levanto y me miro , pareció no reconocerme , por el gorro que tapaba gran parte de mi cara.
-Disculpa , no pude pararte -dijo mientras trataba de verme a los ojos.
-No fue culpa mía, perdón -Lara llego a nuestro lado y lo saludo con un beso en la mejilla.
-Hola Alex , ¿tu hermano va a venir? -preguntó contenta mientras me tomaba a mi del brazo ¿se conocían?
-No , por eso vine yo... me interesa la clase de teatro -sonreí al ver sus hermosos dientes y esos dos pequeños hoyuelos se le hacían en la cara al sonreír.
Lo llevamos a una especie de pequeño salón donde dabamos las clases, se acomodo en un rincón del salon y Lara se quedo hablando con él mientras yo esperaba a la gente. Diez niños entre seis y ocho años, terribles, unos diablillos hermosos.
Comenzamos a jugar, debían soplar entre el grupo una pluma y llegar al final del salon sin que se caiga; luego le dimos a cada uno un objeto distinto y ellos debían darle el uso que se imaginarán. Mientras preparaba los cartones para el proximo juego alguien se acerco detras de mi.
-Difícil darle clases a estos niños -dijo Alex mientras cortaba un cartón y me ayudaba, asentí, estar en su presencia me ponía nerviosa. Lo miré de reojo y hable.
-Puede ser, pero son hermosos -dije mientras seguía cortando cartoncitos.
-Si son hermosos -mi miró fijamente por unos segundos -¿Te conozco? -preguntó mientras me miraba , me puse nerviosa -Es que ... tus ojos -sacudió la cabeza y siguió en los suyo. Me fui de ahí a seguir jugando con los chicos, no quería que me viera y todavía no podía entender el porque.

-Fue un día bastante agitado -le dije a Lara mientras cerrabamos la puerta del lugar , eran las ocho de la noche y ya todos se habían ido.
-Si. Nena, tengo que hacer los resumenes para trabajo social, ¿vos lo hiciste? -me preguntó mientras ibamos hacía la parada del colectivo.
-Si me adelante, me queda estudiar Sociología , el parcial es el viernes -me apoyé en la pared mientras Lara se ponía adelante mío y asentía. Una bosina nos llamo la atención y un auto negro parado en la otra esquina estaba esperando, la vi a Lara.
-Me olvide, voy a salir con Ivan, ¿te alcanzamos? -me preguntó antes de empezar a caminar hacía el auto.
-No quedate tranqui -ella se fue corriendo y me saludo con la mano, cuando vi el auto desaparecer, suspiré y volvi a apoyarme contra la pared esperando el colectivo. El barrio estaba desierto, oscuro como de costumbre, solo con las dos luces que logramos poner desde el centro. Miré hacía mi costados y ni siquiera estaban los chicos que solían juntarse en la vereda, me crucé de brazos y seguí esperando.
Al cabo de unos minutos logré ver como un niño corría desesperadamente con un bolso en la mano, estando cerca de mi logre reconocerlo: Lucas. Cuando paso por mi lado lo tomé por los hombros y me miró sorprendido.
-Lucas -dije mientras él veía en la dirección por donde venía algo desesperado. -¿Estás robando? -le pregunté seriamente mientras lo sostenía todavía. Me miró sorprendido y negó con la cabeza.
-Y-Yo -empezó a hablar cuando un grito proviniente de la otra cuadra por donde venía él, nos llamó la atención.
-¡Lucas! ¡Lucas! -miré hacía ese lugar y un chico alto y sin remera se acercaba a nosotros, miré a Lucas quien estaba desesperado. -¡Lucas! -gritó ya llegando. Se paró a nuestro lado algo agitado y me miró furioso, lo agarró del brazo y lo llevo contra él yo lo miré confundida. -¿Qué haces acá? -preguntó enojado.
-Yo -no sabía que decir ¿que trabajo acá?
-Vos nada. Primero el super, ahora acá, ¿lo estás siguiendo? -preguntó mientras se acercaba a mi. Vi su pecho al descubierto y contuve un suspiro, volví mi vista a sus ojos y sentí morirme.
-Trabajo acá -dije en un susurro, él me miró analizándome y negó.
-¿En dónde? -preguntó serio.
-En el centro cultural -me miró sorprendido.
-Tus ojos... ¿sos vos? -

Nos sentamos en una pequeña mesa de madera que había en su casa, hacía frío y me había invitado a pasar después de nuestro inesperado encuentro. Vi como iba hacía una de las dos habitaciones y luego salía con una remera manga corta negra, me sonrío y se sento a mi lado.
-Yo... ¿en serio trabajas en el centro? -preguntó mientras miraba fijamente mis ojos y me ponía realmente nerviosa.
-Pues , si. Hace un año, cuando empecé la facultad -lo miré -Nunca te había por aquí -
-Es que estaba viviendo en Rosario, tenía un gran trabajo y estaba tan bien -miró hacía un costado -Pero tuve que volver -me miró devuelta y pude notar esa tristeza en sus ojos -Mi mamá y mi hermano , murieron en un accidente -miré sorprendida a Alex. -Eramos tres hermanos, yo soy el mayor tengo 23 y Nicolás de 15 y Lucas de 6 -apreto los dientes -O eso nos hacen creer -no entendí lo que quiso decir con eso.
-¿De qué... -él me interrumpio.
-Nos dicen que fue un accidente , pero yo no creo eso -me miró y sentí el mundo temblar -Por eso estoy acá, necesito investigar -asentí, lo entendía yo haría exactamente lo mismo en su situación. Entonces, no sé que me paso, que sentí una fuerte conexión con él y en lo profundo de mi corazón pude llegar a sentir ese enorme dolor, tan enorme que ahogaba.
-En lo que necesites, yo puedo ayudar -dije sin pensarlo. ¿Quién era él? ¿Por qué sentía que en el aire había algo más fuerte? Algo que me unía a él de una manera irracional.

Era lunes, empezaba la semana y empezaban las tareas, las responsabilidades. Salí rápidamente de mi departamento al recibir el mensaje en mi celular de que Alex me estaba esperando abajo, hoy empenzaríamos la investigación. 
Abrí la puerta del edificio y el frío choco contra mi rostro haciendome estremecer. Cerré con llave y al darme vuelta lo vi, ahí parado mirando la calle, los autos, tan misterioso y hermoso a la vez. Una semana paso, una semana en la que él comenzó a trabajar en el centro, y nos volvimos completamente inseparables; yo nunca le daba tanta confianza a alguien que conocía solo hace una semana, pero con él las barreras de lo racional y lógico , no existían.
-Hola -dije mientras me paraba detrás de él. Se dió vuelta con esa pequeña sonrisa, y ahí estaba de nuevo esa extraña sensación de el mundo deteniéndose.
-Hola -me dio un beso en la mejilla y tomó mi mano entrelazando nuestros dedos. Mi vista quedo en nuestras manos entrelazadas y la hermosa sensación de su piel contra mi piel. -Estoy nervioso -buscó mi vista, y sus ojos color chocolate se posaron en los míos, chocolate y miel, buena combinación.
-Mi prima nos va a ayudar, va a funcionar -lo miré antes de empezar a caminar -Pero no te creas que va a hacer rápido -él nego y me dedico una sonrisa, tiré de él y comenzamos a caminar en dirección al estudio júridico de mi prima.
Caminamos un par de cuadras, no quedaba lejos de mi departamento, ibamos hablando sobre temas sin importancia para calmar los nervios, para mi suerte todavía ibamos tomados de las manos, se sentía tan perfecto. Mi corazón latía rápido debído a la inmensa alegría que su toque me proporcionaba, pero yo hacía lo posible por disimular como amaba su cercanía. No sé que me sucedía y no quería descubrirlo, adoraba esas nuevas sensaciones pero al mismo tiempo me daba mucho miedo. Patetica.
Paramos frente a una gran puerta giratoria de un gran edificio, vi a Alex de reojo, suspiró y me miró.
-Vamos -le anime y entramos. Todo estaba fríamente ordenado, una mesa central con una bonita secretaria atendiendo teléfonos y ordenando carpetas, miré hacía mi derecha y las paredes blancas y con algunos cuadros era lo único que había, unos sillones color rojo y luego los ascensores; a mi izquierda se repetía la misma imagen con la diferencia de que al final había un pequeño pasillo con un par de puertas. Caminamos hacía la secretaria y Alex solto su agarre y mi cuerpo notó un vacío, apoyo sus manos en el escritorio y espero a que yo hablara.
-Venimos a ver a Florencia Re -dije mientras estiraba un poco más mi cabeza para ver que estaba haciendo. Mandando mensajes, genial.
-Sin cita no se puede -ni siquiera levanto su vista, aunque si lo haya hecho tampoco me hubiese conocido, nunca iba por estos lugares. Mi tío era el dueño del estudio y mi prima era una de las abogadas principales, si huebiese querido un trabajo aquí, me lo daban sin problemas.
-Arreglé con ella una -dije fastidiada.
-Tiene que arreglarlas con secretaría -seguía sin prestar atención.
-Soy Carolina Re, ¿me va a dejar pasar o debo llamar a mi tío? -odiaba usar a mi familia para hacerme respetar, pero esta muchacha me estaba enojando. Alex me miró sorprendido, claro, solo le había dicho que mi prima era abogada, no que mi tío era el dueño del estudio.
-Disculpe -la mujer levanto su vista rápidamente arrepentida -Puede subir, tercer piso, pasillo a la derecha. Yo avisaré su llegada -dijo mientras levantaba el teléfono.

Salimos de allí algo decepcionados, no era posible comenzar la investigación rápidamente ya que había pasado mucho tiempo, y los restos seguramente ya no existan, solo quedaba esperar. Aunque mi prima apoya la idea de Alex, no ha sido un accidente y eso es obvio, por eso se iba a comprometer a hacer lo posible para hallar la verdad.
-¿Vamos a tomar un café? -le pregunté una vez en la calle, me miró atentamente.
-¿Por qué dijiste eso de llamar a tu tío? -preguntó de repente, ahora iban las explicaciones.
-Es el dueño -dije rápidamente, asintió y su cara se torno fría e inexpresiva -¿Vamos? -pregunté para cambiar de tema. Pero ni me miró, ¿qué le pasaba?.
-Lo siento , no puedo -me miró pero esta vez su mirada era sombría -No necesito tu lastima ¿sabes? -¿Qué? ¿Otra vez con el mismo tema? ¿Es idiota? Pensé que eso había quedado atrás. Antes de que pudiera contestar algo, se fue, dejandome con la palabra en la boca.
No lo ví, durante días, y mi vida ya no era la misma.

Era viernes, hacía unas dos semanas que no sabía nada de Alex y eso me estaba matando. Había quedado sola en el centro ordenando las cosas, estaba todo hecho un lío. Miré mi reloj, eran las ocho, ya tenía que irme. Fui a buscar mi morral y escucho un ruido en el pequeño patio trasero, donde guardabamos cajas y cosas sin utilidad. No había nadie allí, me asusté, volví a escuchar un ruido de algo moviendose. Deje el morral en la mesa y comencé a caminar lentamente hacía el patio, otro ruido y ya me estaba asustando, tomé la escoba para tener con que defenderme. Otro ruido.
-Auch -alguien quejándose. Tomé aire y de un empujón abrí la puerta que me separaba del patio, y lo vi allí parado en una de las cajas, haciendo equilibrio para saltar.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH ! -grité del susto y él se dio vuelta bruscamente cayendo al suelo de espalda. Preocupada tiré la escoba al suelo y corrí hacía él, le tendí mi mano y se levantó. -¿Estás bien? -dije mientras miraba su pelo revuelto y sus muecas de dolor al moverse.
-Creo que sí -dijo. Abrió los ojos y me miró fijamente. Unos segundos pasaron y mi corazón comenzó a latir desesperadamente. -¿Vos también lo sentís? -preguntó con su mirada fija en la mía. Sus ojos chocolate me traspasaban.
-¿Sentir qué? -susurré. Su pregunta me había tomado por sorpresa.
-La conexión -se acercó un poco más a mi y yo instantaneamente comencé a caminar hacía atrás lentamente -Como si te conociera desde siempre -me analizó la cara a medida que avanzaba y yo retrocedía -Como si fueras mi ángel -pegué un salto al chocar con una caja y al escuchar eso ¿qué me estaba diciendo?
-¿Tu ángel? -me estaba quedando sin aliento. Me acorralo entre su cuerpo y la caja, tomo mi rostro entre sus manos tan cuidadosamente como si fuera a romperse, sus ojos recorrían mi cara. Y entonces entendí que nada tenía sentido, solo él y yo.
-Mi ángel -susurró a centímetros de mi cara. Podía sentir su respiración algo irregular, mezclandose con la mía que estaba igual o peor. Y en cuestión de segundos, que se hicieron eternos, sus labios rozaron los míos y me beso.
Y en ese momento sentí, que él era el motivo de mi existencia, el motivo por el cual había llegado a este lugar, el motivo por el cual me había quedado después de todo. Él era lo que me ataba a la tierra y al mundo entero, solo él, nada más.

Se separó de mi y apoyo su frente en la mía, nuestras respiraciones se mezclaban en el aire. Sonreí, me sentía feliz, completa.
-No me dejes nunca -me susurró para luego volver a besarme.

Novios que linda sonaba esa palabra para describir lo que Alex y yo eramos, lo amaba de eso estaba más que segura. Día y noche pasabamos juntos, había logrado que termine la carrera que había empezado en Rosario, fotografía. Amaba sacar fotos a cada lugar al que ibamos, para el primer mes, le regale una hermosa camara de fotos y ese es su elemento más preciado.
Hoy a tres meses de estar juntos estamos investigando la muerte de su madre, ya cambiaron la carperta de "accidente" a "homicidio", ahora queda descubrir al culpable y hacer justica.
-Caro ¿qué son esos papeles? -me preguntó Lucas mientras se sentaba a mi lado en la mesa de mi cocina, lo había traído porque Alex estaba cursando.
-Cosas de grandes -le revolví el pelo y le sonreí.
-Ya soy grande -me dijo serio -Tengo seis -me reí y negué con la cabeza para seguir revisando los papeles que me había mandado mi prima sobre la investigación. -¿Es sobre mi mamá? -preguntó mientras se estiraba para ver algo. Lo miré sorprendida -Me conto Alex -encogió sus hombros y se fue a ver la tele. Tiré la lapicera en la mesa algo enojada, habíamos quedado no contarle nada a Lucas para no involucrarlo y él sin consultarme, lo hace.
Estaba terminando de leer los papeles cuando algo que apareció me hizo pensar. ¿Quién perseguía a la madre esos últimos tiempos? Había alguien, escondido o quien sabe que, que había planeado hacer todo esto y al tener contacto con la policía pudo encubrir todo con un accidente.
-Llegué -gritaba Alex mientras cerraba la puerta del departamento, si tenía llave de mi departamento. -Mi amor -dijo al verme, se acerco a darme un beso pero me alejé. Me miró sorprendido -¿Qué sucede?
-¿Por qué le contaste a Lucas? -le pregunté seria, él suspiró y se sento frente a mi.
-Porque el es parte de la familia , debe saber lo que paso con su mamá -me paré entre furiosa y cansada y le dí la espalda apoyando mis brazos en la mesada.
-Tiene seis -dije calmada -No tenemos que involucrarlo ¿y si le pasa algo? -me di vuelta y lo miré -¿Podrías soportar dejarlo expuesto ante el peligro? -miró hacía un costado y luego a mi.
-Es mi hermano , sé protegerlo -resoplé y levante los brazos para dejarlos golpear contra mi cuerpo.
-¡Habíamos vacordado algo! -le grité -Y tú no lo cumpliste. Yo lo cuido todos los días, es mi familia también. ¿No podrías habermelo planteado? -se levanto y se dirigió a la puerta enojado, siempre hacía esas cosas -Esta en peligro Alex, hasta tú lo estas -se detuvo y me miró.
-¿Por qué dices eso? -entrecerró sus ojos, suspiré.
-Leí algo en el documento, sospechan de que esto estuvo planeado por alguien que la conocía muy bien -tomé las hojas -Ella se salvó de otros momentos como este, y tus hermanos siempre estuvieron en riesgo, los perseguía a todos -se las dí y comenzó a leer. Luego de unos minutos levantó su vista y me miró. Una lágrima salía de sus ojos, me acerqué.
-Mi papá -lo miré confundida -El culpable es mi papá -lo abracé fuerte y lloré con él, sentía su enorme dolor.
Él me había contado que su padre los había abandonado al nacer Lucas , y que era violento, tenía negocios turbios y nunca lo agarraban por tener contacto con la policía.

Subimos una vez más a la oficina de mi prima para poder darle los datos del padre y que así lo investiguen. Esto se hacía cada día más difícil ya que nos ponían trabas en todo avance, pero con mi prima se podía lograr todo.
Pisamos el suelo del tercer piso y Alex resoplo, se sentía mal, lo notaba. Lo miré y trate de transmitirle tranquilidad, lo amaba y daría lo que fuera por verlo bien.

Alex
Si estaba nervioso, ¿nervioso? No, nerviosisimo, tanto que me salía por los poros y cualquiera que estuviera cerca podía notarlo. Miré a mi ángel guardián, porque eso era ella para mi, la persona que me salvaba día a día de mi dolor. A veces sentía que para ella yo era un peso más, pero al verla a los ojos cualquier pensamiento estúpido se iba de mi mente y la paz abundaba en mi cuerpo.
La amaba más que a mi vida misma, era ella a la que había esperado tanto tiempo, era ella a la cual había soñado tantas veces y ahora esta aquí adelante mío.
Nos paramos frente a la puerta y antes de tocar la tomé de la cintura haciendo que me mire y la bese, y con ese beso sentí que todos los problemas se iban, se esfumaban. Al separarme la mire a los ojos, ella me sonrío y puso una mano en mi mejilla, noté la interrogación en sus ojos y asentí.
Ahora comenzaba una nueva etapa de la investigación, tenía miedo, pero ella estaba a mi lado, por eso nada iba a pasarme.

Carolina
Se estaba poniendo fuerte el asunto de la investigación, cada día un nuevo obstaculo en el camino. Ya cinco meses pasaron y la investigación había avanzado muy poco, el paradero del padre de Alex no se encontraba y sus expedientes se habían "perdido", algo sumamente raro. Era difícil hacer que mi amor se levantará todos los días para seguir, era difícil hasta para mi, si vida ya era mía y sus dolores y alegrías también.
Me sente en el sofá exhausta, me dolía el cuerpo entero, todo el día trabajando y cuidando a Lucas, un descanso no me iba a venir mal.
Comencé a relajarme y a cerrar los ojos pero justo cuando estaba en el momento exacto entre el sueño y la realidad, sonó el teléfono.
-Hola -dije algo cansada y enojada.
-Hola hija. ¿Cómo estás? -preguntó mi madre. Hacía unos... ocho meses que no sabía nada de ellos y ahora me hablaba como si nada.
-Mamá, cuanto tiempo -dije enojada -¿Cómo estas? ¿Y papá? -fingí interes.
-Ay hija mejor que nunca. ¡No sabes las cosas que compramos! Te van a encantar -dijo feliz, suspiré y miré el techo de mi departamento.
-Mira mamá, no me interesa saber que compraron. Hace ocho meses que no me llaman y ahora pretendes que todo sea perfecto -respiré hondo aguantando el llanto -Si pudieron estar ocho meses sin saber nada de mi, pueden estar el resto de sus vidas así -corté y rompí en llanto. Siempre sentí su falta pero estos últimos meses fueron peores, estoy transitando un momento muy importante en mi vida, hasta tengo novio y ellos ni lo saben.
Cuantas veces quise ser normal, tener padres normales que me amarán, que me cuidaran y estuvieran ahí, como cuando dije mi primera palabra o se me cayó mi primer diente. Jamás estuvieron para mi, y eso siempre me dolió.
Sequé mis lágrimas y me dirigí al baño para darme una buena ducha.
Me puse mi piyama y decidí que era hora de ver una buena película, total un día que no estudie no me iba a hacer mal. Me senté en el sofá con una frazada y algunas cosas para comer en la mesa ratona que tenía enfrente, puse "play" al DVD y me acomodé para disfrutar.
Ni diez minutos pasaron y ya estaba sonando mi celular, pausé la película y lo tome. "Desconocido". Atendí
-Hola -dije y espere una respuesta pero nada pasaba -Hola -volví a hablar -¿Hay alguien? -cortaron. Me quede confundida unos segundos pero luego volví a concentrarme en la película.

Era de mañana y yo me había quedado dormida en el sillón, el sonido de mi celular me desperto.
-¿Si? -dije dormida.
-Deja de cagarle la vida a Alex -una voz fuerte y gruesa me sobresaltó.
-¿Quién habla? -pregunté nerviosa.
-Deja de joder con él porque te mato -cortaron y me levante apresurada.

Alex
Mi papá había llamado a Carolina estos últimos días y era peligroso, muy peligroso. Me sentía culpable y un imbecil por haber llegado al punto de poner a mi hermano y a la mujer que amo en peligro.
Estabamos con Caro en el centro cultural ordenando las cosas con Lara, cuando su celular sonó, lo tomó y me miró. Extendió su mano y atendí.
-¿Que queres? -dije enojado. Una risa sonó del otro lado del teléfeno, una que hacía año no escuchaba.
-Muy bien me atendiste vos -otra risa -Querido hijo, ¿no vas a presentarme a tu novia? -preguntó. Era perverso y yo lo odiaba por haberme arruinado la vida.
-¿Que queres? -volví a preguntar apretando los dientes, Carolina me miraba asustada.
-Quiero verlos -me estremecí -Anda al galpon del viejo taller ¿te acordas? Vengan en una hora, los dos solos -cortó. Miré a mi amor, y después a Lara.

Estabamos frente al galpon, miré a mi ángel y ella sonrío para tranquilizarme. La amaba y ella era mi razón de existir, era mi mundo, mi salvavidas.
-Te amo -le dije y la bese. Me miró y sonrío, como amaba su sonrisa, o como arrugaba su nariz cuando lo hacía o cuando algo no le gustaba, esos pequeños gestos que jamás me cansaría de ver la hacían tan única.
-Te amo -susurró. Nos tomamos de la mano y entramos a aquel lugar oscuro y siniestro, acerqué más a Caro y esta me miró, notaba su miedo en los ojos. Pero yo iba a protegerla.
-Que linda noviecita -y allí apareció el hombre que mató a mi mamá y a mi hermano -Parecida a tu madre -noté como Carolina se estremecía.
-¿Para qué me llamaste? -pregunté, él rió.
-Quería arreglar unos asuntos -se acercó un poco más -Sos mi hijo -sonrío y sentí asco al escuchar eso.
-No lo soy , nunca lo fui -me miró furioso.
-Eso te hacía creer tu mamá, por eso... -avanzó unos cuantos pasos y pusé a Carolina detrás mío -Por eso la mate, porque ella quería alejarme de vos -al escuchar eso sentí rabia e impotencía. Avancé unos pasos hacía él, ahora no estabamos tan lejos.
-¿Y a mi hermano? -grité -¿Por qué a él? -
-Porque nada más te quiero a vos, los otros no me sirven. Con vos puedo hacer cosas grandes -gritó mientras levantaba sus brazos como para demostrar el tamaño al que se refería. Sentí la mano de mi ángel tocar mi hombro.
-Estás loco -reí -¿Cosas grandes? -pregunté enojado -¿Con tus negocios? -
-Claro, hijo. Eras perfecto y mi plan habría servido, si no huebiese sido porr esa hija de p... -y antes de que terminara le di un buen golpe en la cara, se llevó una mano a la nariz y sonrío. Era sinico.
-No hables así de mi mamá -grité. Caro quiso tomar mi mano pero yo se la quite, estaba echando humos.
-Y ahora llega esta otra -la tomo del brazo y en una milesima de segundo la tenía agarrada del cuello con una pistola en su cabeza.
-No le hagas nada -le pedí, miré a Caro para tranquilizarla pero ella no demostraba miedo alguno, como sabiendo lo que iba a ocurrir a continuación.
-No te dejes engañar, te va a arruinar -negué desesperadamente con la cabeza y con mis manos extendidas trataba de alcanzar a mi ángel, pero nada servía. Me sentía un completo inútil -Te voy a hacer un favor -dijo mientras cargaba el arma.
-No , por lo que más quieras , no -me acerqué pero el retrocedió -Matame a mi -lleve mis manos a mi pecho -Pero a ella no, a mi, pero a ella no -repetía a cada rato.
-Estás enamorado -sonrío -Por eso prefiero matarla yo antes que tengas que hacerlo vos -escuché como Carolina susurraba un te amo y entonces el sonido de las sirenas de la políca , llenó el lugar -Dijiste que venías solo -gritó. Y entonces un disparo.
-Noooooo! -grité y corrí hacía ellos mientras la policía se acercaba, comencé a pegarle a mi padre y a gritar.
Entonces todo transcurrió en camára lenta, yo con ella en brazos mientras se moría, la policía llevándose a mi padre, los gritos. Fue ahí cuando comprendí que mi ángel si era un ángel y habia llegado para salvarme.
Que efímera que es la vida, hoy estamos pero mañana no. Venimos y nos vamos al cumplir la misión. Que malo es el tiempo que no nos deja vivirla y que tontos somos nosotros que no sabemos vivir el tiempo. ¿Cómo sé que esa es mi última caricia o mi última mirada? ¿Como sé yo que es el último momento?
Maldita la muerte que juega con nosotros como piezas de ajedrez, haciendo movimientos sin previo aviso y llevándose hasta lo más preciado. Maldita ladrona la muerte que se llevó a mi ángel.
Ella se fue, pero su luz esa que un día llego, jamás se apagará.